lunes, 6 de mayo de 2024

LA LUCHA CONTINÚA (VI)

 


 

 

                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                               Centro de Extensión e Investigación

                                               Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

 

 
Fernando Ortiz Letelier

 

 

La detención y asesinato de Víctor Díaz, Mario Zamorano, Jorge Muñoz y Uldarico Donaire, miembros de la primera dirección clandestina del Partido Comunista fue un golpe muy duro y doloroso.

Pero no detuvo la lucha antifascista.

 

En el año 2001, cuando acumulaba antecedentes para escribir mi libro “Fernando Ortiz Letelier. Lecciones  de clase”, tuve la suerte de entrevistar a los dos héroes que, arriesgando su vida, lograron construir una nueva dirección del Partido Comunista, permitiendo que éste siguiera la lucha contra la dictadura. Con esos dos camaradas, Inés Cornejo y Víctor Cantero, habíamos estado entre los alumnos de una Escuela de capacitación político-ideológica en Moscú en los años sesenta.

 

Víctor Cantero,  con esa modestia de los verdaderos héroes me relató:

 

(La detención de los cuatro miembros a comienzos de mayo de 1976)  significó que quedamos sólo dos de la Dirección, la compañera Inés Cornejo (que hacía poco había sido relevada de esa responsabilidad) y yo. Obviamente, ninguno de los dos podíamos quedar a la cabeza del Partido en el interior. Estábamos ‘contaminados’ por nuestros vínculos con los camaradas detenidos.  Pero, al mismo tiempo, teníamos la responsabilidad de buscar a los compañeros que seguirían dirigiendo. Después de darles muchas vueltas al asunto y realizar varias consultas, llegamos a una conclusión: a la cabeza del Partido debía quedar el compañero Fernando Ortiz.

Durante meses logré eludir la persecución de los agentes de la dictadura, pero ellos secuestraron a mi hija Clara y a mi hermano Eduardo, el 23 de julio de 1976” (Víctor Cantero. Conversación con el autor. Santiago, 10 de junio de 2001)

 

Por su parte  la compañera Inés Cornejo me explicó: “Con Víctor intentamos constituir un equipo provisorio con Pedro Henríquez. A mí correspondió contactarme con él. Acordamos un punto de encuentro. Tomé un micro. Iba nerviosa por no llegar atrasada, mirando repetidamente el reloj. Parece que hizo sospechar a un individuo que iba en el último asiento, al que sorprendí observándome detenidamente. Entonces, me bajé mucho antes de llegar al punto acordado. Él también descendió y me enfrentó. Primero me preguntó la hora. Se la dije. Después, me dice: ¿Va a la reunión? Haciéndome la sorprendida, respondo: ¿De qué reunión me habla, usted?  La tercera pregunta: ¿Usted vive por estos lados? Yo no recuerdo que contesté. Pero al parecer fui convincente, porque me dejó ir. No tuve dudas de que se trataba de un agente. Tomé el primer micro  que pasó, luego un taxi... Era mayo de 1976. Lo concreto fue que por ese incidente perdimos el contacto con el compañero Henríquez. Tuvimos que decidir solos con Víctor. Yo conversaba también, por separado por razones de seguridad, con la compañera Virginia González, que había formado parte del equipo de Cuadros del compañero Cortés (Uldarico Donaire). Descartamos a todo compañero que hubiera tenido vínculos con los detenidos. Llegamos a la conclusión que el que reunía todas las condiciones para estar a la cabeza del Partido en la clandestinidad era Fernando Ortiz. A mí me correspondió conversar con él. Lo hice en junio del 76”.

“Fernando –recuerda Inés Cornejo- aceptó de inmediato. Intercambiamos ideas con él, Víctor y Virginia, siempre por separado, para ver quienes más integrarían el nuevo secretariado. Todos estuvimos de acuerdo en dos nombres: Waldo Ulises Pizarro y Eliana Ahumada. Ellos tres conformaron el primer equipo de Dirección clandestina después del terrible mes de mayo.

“Fernando –añade Inés- me dijo: Mi primera resolución es que usted, compañera, cumpla el acuerdo adoptado por la anterior Dirección de ‘descolgarse’ (Efectivamente, poco antes de las detenciones de calle Conferencia, el compañero Jorge Muñoz me había reemplazado en la Dirección. Y la reunión en que fue detenido  era la primera en que participaba en esa calidad). Lo mismo debe hacer- agregó Fernando- el compañero Víctor.

 

“Cumpliendo otra resolución –relata Inés Cornejo- debimos salir del país. A fines de octubre del 76 nos logramos asilar en la Embajada de Italia y a los pocos días salíamos hacia Roma. De ahí de inmediato a Moscú, ciudad en donde pude presenciar la celebración del 7 de noviembre de 1976”. (Inés Cornejo. Entrevistas con el autor. Santiago, 10 y 11 de junio del 2001)

 

En muy difíciles momentos debe iniciar su accionar la nueva Dirección. Las detenciones de mayo han producido un bajón en muchos militantes.  Por otro lado, las delaciones del ‘Fanta’ y otros jotosos, que no resisten las torturas y no sólo entregan antecedentes a los organismos represivos de la dictadura, sino que entran a colaborar con ellos, van estrechando el cerco policial en torno a los combatientes antifascistas.

 

En un relato de un miembro del Equipo de Dirección clandestina del Partido Comunista, que reemplazó a la encabezada por Fernando Ortiz, y publicada en ‘El Siglo’ bajo el título de ‘Meses de Zozobra’, se dice: “Fernando Ortiz corrió conscientemente los inmensos peligros de su misión, con gran decisión y coraje. Sabía de la persecución desatada en su contra, de su posible secuestro, e incluso de su asesinato. Me lo contó a mediados del 76 al atender a uno de sus equipos de trabajo. Caminábamos conversando cuadras y cuadras. Pero la persecución no podía detener su actividad, al contrario, la intensificaba” (‘El Siglo’, 2 al 8 de junio de 1991, página 18)

 

No sólo eso. Se puede asegurar que toma esa tarea con alegría.

 

“Hacia junio de 76 –relata María Luisa Azócar- tuve un breve encuentro con Fernando. En un momento me dijo que estaba muy contento porque tenía grandes responsabilidades en el Partido.  No le pregunté cuáles. No quise hacerlo. Él tampoco me lo dijo. Pero supuse que estaba la frente de la Dirección clandestina del Partido. Me pareció tan lógico y estuve muy satisfecha  que haya estado feliz por ello. Creo que para él representaba una cosa muy reparadora que el Partido lo colocara en esa responsabilidad, ya que en un momento se fue tan injusto con él a propósito del asunto de Reinoso y todo eso. Me di cuenta que para él era algo muy bueno. Y pensé que también era bueno para el Partido, nunca dudé de sus cualidades como dirigente” (María Luisa Azócar. Conversación con el autor. Santiago, lunes 25 de junio de 2001)

 

 


VÍCTOR DÍAZ LÓPEZ (V)

 



                                                       Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                       Centro de Extensión e Investigación

                                                       Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

 

                                  

 


 

El 21 de  agosto de 1971, Víctor Manuel Díaz López  fue elegido por el Comité Central como  Subsecretario general del Partido Comunista. Ello fue anunciado públicamente por Luis Corvalán en gran acto realizado  al día siguiente, en el teatro Caupolicán.

 

El 4 de septiembre de 1973 casi un millón de personas desfilaron en Santiago apoyando al Gobierno Popular. En el estrado, junto al Presidente Allende,  estaba Víctor Díaz y otros dirigentes de la  CUT y de la Unidad Popular.

 

En el año 1973 era Vicepresidente de la CUT.

 

Después del golpe del 11 de septiembre de 1973, encabezó la primera dirección clandestina del Partido Comunista.    Fue buscado febrilmente  por los agentes de la dictadura, encabezó la primera dirección clandestina del Partido Comunista. Durante dos años y medio dirigió acertadamente lucha antifascista, eludiendo a sus perseguidores.

 

Pero los agentes de Pinochet, ayudados por unos traidores, fueron cerrando  el cerco a la dirección comunista.

La Brigada Lautaro de la DINA montó la ratonera de la calle Conferencia 1587 de Santiago.

Allí fueron detenidos el 4 de mayo de 1976 los dirigentes Mario Zamorano y Jorge Muñoz;  el 5 de mayo, Jaime Donato y Uldarico Donaire ; el 6, Elisa  Escobar.

 

DETENCIÓN, TORTURA Y MUERTE 

El  12 de mayo de 1976, las dos de la madrugada, agentes de la DINA, irrumpieron en un domicilio en calle Bello Horizonte N°979, de la Comuna de Las Condes en Santiago. Allanaron el inmueble. Cuando encontraron a Víctor Díaz, que por entonces tenía 56 años, los agentes  gritaron: "¡Chino Díaz!, ¡al fin te pillamos comunista!  Lo tendieron  en el suelo de su pieza,  con los brazos atados  a su espalda, siendo  interrogado por dos agentes. Cada pregunta iba acompañada de un golpe de puño o puntapié en la cara o el cuerpo. Le preguntaban cuánto tiempo había estado en la casa, de dónde llegó, dónde tenía escondido los papeles y documentos, dónde guardaba la plata, también le preguntaban por otros dirigentes del Partido Comunista. Al no recibir respuesta, los agentes lo golpeaban cada vez con mayor violencia. Los golpes le hacían imposible hablar al dirigente comunista.

 

Víctor Díaz fue llevado a  Villa Grimaldi. A igual que los otros miembros de la primera dirección clandestina,   había sido  detenido por la Brigada Lautaro de la DINA. Lo condujeron a un recinto ubicado en calle Simón Bolívar 8800, Comuna de Las Condes, Santiago. Este era un cuartel de exterminio: Ningún preso que entraba salía vivo.

Allí los heroicos miembros de la primera dirección clandestina del Partido Comunista (Víctor Díaz, Mario Zamorano, Jorge Muñoz, Jaime Donato, Uldarico Donaire y Elisa Escobar)   fueron cruelmente torturados y asesinados. Luego lanzados al océano.

 

INFORME RETTIG 

Sobre el caso de Víctor Díaz López, el Informe Rettig   señaló que:

“En la madrugada del 12 de mayo de 1976 fue detenido por varios agentes de la DINA, el Subsecretario General del PC Víctor Manuel DIAZ LOPEZ, quien fue trasladado a Villa Grimaldi, lugar en el que permaneció recluido en el sector denominado La Torre. Al momento de su detención, Víctor Díaz portaba una cédula de identidad con el nombre de José Santos Garrido Retamal. Requerido por el tribunal, el Ministerio del Interior informó que efectivamente el ciudadano Garrido había sido detenido por Decreto Exento N. 2052 de fecha 12 de mayo de 1976, pero que había sido puesto en libertad por D.E. N. 2054 de fecha 13 de mayo de 1976.

Sin embargo, llamada a declarar una hermana del verdadero José Garrido, informó al tribunal que su hermano no había sido detenido y que ninguno de los hechos que le expuso el tribunal se relacionaba con él.

Víctor Díaz se encuentra desaparecido hasta la fecha. La Comisión está convencida de que su desaparición fue obra de agentes del Estado, quienes violaron así sus derechos humanos”.

 



 

Estos héroes de la lucha antifascista   fueron conducidos al cuartel  de Simón Bolívar 8630,  de la Brigada Lautaro de la DINA, lugar de exterminio,  donde fueron salvajemente torturados y asesinados. 

 

 

 


CALLE CONFERENCIA (IV)

 

 

                                                    Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                    Centro de Extensión e Investigación

                                                    Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

 

 

JORGE MUÑOZ POUTAYS: UN TESTIMONIO DE MARTA FRITZ

 


Marta Fritz narra: “Conocí a Jorge, a través de Gladys, mi amiga, compañera y hermana. Me contó que se había enamorado del joven ingeniero, que conoció en la población La Victoria, al comienzo de los 60. Como era su costumbre hacer chistes, me dijo "lo único malo, que es cojo”, "no importa le dije, más importante es que es un hombre inteligente”.

 

Yo visitaba a Gladys en su casa, por supuesto que allí me topaba con Jorge, observaba que él, a diferencia de Gladys era más reservado, más serio, gustaba de la buena música, de la poesía, al comienzo yo le guardaba mucho respeto porque él era del Partido. 

Varios años hicimos vacaciones juntos, un grupo de la jota, con sus hijos, nosotros lo llamábamos "comandante", él era muy disciplinado, muy querendón de sus hijos y protector de Gladys. Ella siempre me declaró que, con él, ella siempre se sintió segura. 

Juntos estuvimos en San Fabián, en Lonquimay, en dos ocasiones. Estas salidas y vivencias de conjunto estrecharon nuestra amistad. Él siempre me aclaraba  la situación política, me precisaba las razones de fondo de cada suceso, con mucha paciencia.

 

Tras el golpe militar, me debí contactar con Gladys, con sus hijos y también con él. 

Ya en nuestros primeros encuentros, tanto, directos, como a través de enlaces, él fue enfático, en aclararme que tomara como primera tarea a sus hijos y los padres de él, la señora Juanita y a don Onofre. Por supuesto que también tenía  vínculos con Gladys en su clandestinidad inicial y luego en su asilo en la embajada de Holanda. Así por mi intermedio se enviaban las cartas, los recados, los mensajes en diversas formas

 

Pasado un tiempo, a pesar de lo delicado de la situación, nos hicimos el propósito del encuentro con sus hijos, Álvaro y Rodrigo, en especial, cuando Gladys logra salir al exilio. 

Ambos ya me habían dicho firmemente que se oponían a que sus hijos salieran del país, pues aspiraban que se pudieran criar en el ambiente familiar constituido por la familia de Jorge y la de Gladys. Ellos, por sus responsabilidades y la trágica situación del país tenían claro lo difícil que sería para ellos hacerlo en la clandestinidad o fuera del país. Gladys, por su agitada vida en el exterior y su reingreso clandestino a Chile en 1978 era imposible, que pudiera ofrecer un hogar mediamente normal a sus hijos. Esta resolución, no siempre fue entendida por algunas personas. Yo me mantuve firme y se cumplió lo que ellos me indicaron. 

Con todos los cuidados del caso, con la ayuda de queridos compañeros, comenzamos a vernos con los niños. Un gran rol cumplió ex compañeros de la Universidad de Jorge, Ricardo su cuñado, junto a Silvia, la hermana de Gladys. Todos se esmeraron en que sus hijos pudieran tener una vida normal –dentro de la anormalidad dictatorial. Logramos tener fines de semana juntos, comiendo como familia, donde Silvia se esmeraba en cocinar platos ricos.

 

Jorge – asumiendo muchas medidas de seguridad – buscaba con apoyo de Ricardo armar formas de encuentro con los niños. Armaban partidos de futbol, caminatas u otros juegos. También Jorge les enseñaba diversas cosas, controlaba indirectamente sus estudios. Cada vez que nos lográbamos encontrar, conversábamos lo que podríamos hacer más tarde, otros posibles encuentros, lugares, apoyos para ello. 

Con Jorge también realizaba labores de enlace con otros compañeros.  Él me entregaba tareas. Recuerdo una de ellas, en que debía traerle un teléfono. No debía anotarlo. No lo encontré difícil. Pero, no hice más que llegar a la casa de encuentro con Jorge, él me pide el número. Lo había olvidado. Él me dice comienza a recordarlo, porque no te puedes ir, sin entregármelo. Escribe, me dice, ¿pero ¿qué voy a escribir, le respondo, sino me acuerdo? Escribe números. Nerviosa ponía números, los combinaba. El esperaba, pasaba el rato. Yo repetía, no me acuerdo. El insistía ¡escribe! y así seguí. De repente, salió un número, éste, éste, indiqué. Con toda su calma me dijo: espera. Lo anotó, salió, volvió. Ese era el número, nos abrazamos. Ahora sonreía.

 

Él era muy estricto con la hora. Creo que nosotros - los que trabajamos en clandestinidad -logramos entender lo importante que es la puntualidad. Los chilenos  por naturaleza no somos puntuales. Así fue, como en una ocasión me llamó fuertemente la atención, por atrasarme unos minutos. 

Al comienzo yo le preguntaba: ¿cuánto tiempo durará esta situación?- un par de años, era su respuesta. Fuimos ilusos al comienzo en ello. 

En el  75, por su orden salí a reunirme con Gladys a Colombia donde residía su madre, Adriana Millie, una gran mujer, maestra, directora, madre de cuatro hijas. De ella heredó Gladys su inteligencia y consecuencia.

 

Él me dio un verdadero decálogo de instrucciones: reserva, observar la naturalidad al actuar, que no trajera nada conmigo. Todo guardado en la cabeza y la advertencia, si me  detenían, “debes aguantarte mínimo dos días”, así alcanzamos a mover la dirección interior. Sólo dos días, me repetía. Felizmente, todo salió bien, estuvimos un mes juntas con Gladys, inolvidable.

 

Así continuamos juntos en diversas tareas, hasta el fatídico 4 de Mayo del 76, cuando  detienen a Jorge. Fue horrible. Llegó la compañera que era enlace. Él le había dicho: “si no llego las 17 horas, tú avisas a Marta”. 

Ella, con fiebre, una fuerte bronquitis, llegó deshecha. Para mí fue un golpe terrible. Me acompañó a avisar al compañero con el que me contactaba. El insistía en tranquilizarme. Yo digo,  presentemos un recurso de amparo, él me dice no todavía no. Aviso a su hermano, Mario, con quien también tenía contacto. No dormí esa noche. Al día siguiente camino al liceo donde hacía clases en Recoleta, me topé de casualidad, con Isolina – la compañera de Mario Zamorano -  nos abrazamos, a ella también le habían dicho lo mismo, “esperar”. No había nada que esperar los hechos estaban consumados.

 

Mil acciones realizamos por saber algo, sobre su paradero. Viví el sufrimiento de sus padres, ya ancianos, de los niños, que buscaban no exteriorizar mucho sus sentimientos. Fue un golpe a toda la familia de Jorge y la de  Gladys. Acudimos a todos los medios posibles, pensando conseguir algún dato, nada, un calvario. Cuando Gladys ingresa clandestina, siempre mirábamos a las personas  que pedían limosnas, a enfermos, pensando “a lo mejor lo torturaron y lo tiraron a la calle”. 

El golpe final, fue cuando se logra saber que había estado en el Cuartel Simón Bolívar, a cuarenta y tantas cuadras de la casa de sus padres hacia el oriente. 

Honor y gloria, a Jorge, mi amigo y compañero. Marta”. (Marta Fritz: Testimonio escrito. Santiago, 26 de septiembre de 2017)




CALLE CONFERENCIA (III)

 



 

                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                               Centro de Extensión e Investigación

                                               Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

 

 

Calle Conferencia  1587

 

 

Al iniciarse el mes de mayo de 1976 la primera dirección clandestina del Partido Comunista estaba formada por Víctor Díaz, Mario Zamorano, Jorge Muñoz, Uldarico Donaire y Víctor Cantero.

 

Este último   relata: “La reunión que se iba a realizar  en la casa de calle Conferencia 1587, en Santiago, tenía por objetivo estudiar el tema sindical. Por eso además de la Dirección clandestina –Mario Zamorano, Jorge Muñoz  y Uldarico Donaire concurría también Jaime Donato del equipo sindical. Habíamos tomado como norma de seguridad, que a toda reunión de la Dirección, dos de sus miembros no participaban. En esta ocasión nos correspondió a Víctor Díaz y a mí no asistir” .

 

La DINA, que ha estado vigilando la casa de calle Conferencia N.º 1587, monta en ella una “ratonera”.

 

Mario Zamorano Donoso

 

El día 4 de mayo de 1976, después de una tensa espera, cerca de las 19,30 horas, al no ver que colgaba en la ventana una cartera (señal de peligro), Mario Jaime Zamorano Donoso entró a la casa de calle Conferencia 1587. Tiró de un cordel que abría la puerta de entrada, tal  como lo había hecho en muchas oportunidades. En ese mismo instante dos agentes de la DINA se abalanzaron sobre él. Mario Zamorano opuso resistencia. Hubo un fuerte forcejeo. Impotentes para reducirlo, uno de los agentes le disparó un balazo. Los testigos escucharon el sonido de la descarga y vieron que Mario Zamorano sangraba de una pierna. Los agentes lo vendaron y encerraron en una pieza posterior. María Teresa Zúñiga, quien permanecía recostada en otra habitación, pudo escuchar que uno de los agentes de la DINA hablaba por radio diciendo: "Llegó la señorita Z y ella se disparó un tiro en el muslo. Se está desangrando". 

Al poco rato, cerca de las 20 horas, llegó Jorge Muñoz Poutays, quien luego de entrar al domicilio fue detenido por los agentes, frente a la pieza en que estaba María Teresa Zúñiga. Ella, miró por la ranura de la puerta y pudo ver que habían detenido a un hombre alto, delgado y de lentes. Uno de los captores informó inmediatamente por radio diciendo: "Llegó el marido de la Gladys Marín".

  

 

[1]  Víctor Cantero: Conversación con el autor. Santiago, 10 de junio de 2001. Reproducido en “Fernando Ortiz : Lecciones de clase” del autor (inédito)

 

 

 

Jorge Muñoz Poutays

 

Cerca de las 22,30 horas, los agentes sacaron de la casa a los dos detenidos.  A Mario Zamorano lo llevaron arrastrando, envuelto en un cubrecama. Los agentes hablaban de que el herido perdía mucha sangre y que podría perder la pierna. Lo ingresaron esa misma noche a la Posta Central, siendo registrado con sus iniciales M.J.Z.D. y con diagnóstico de "diabetes". Luego de permanecer en ese lugar por cinco días, habría sido trasladado hasta el Hospital Militar, desde donde fue finalmente trasladado hasta el recinto de la DINA en Villa Grimaldi, al igual que los otros detenidos en calle Conferencia.

 

Al día siguiente, 5 de mayo, aproximadamente a las 9 horas llegó a la casa de calle Conferencia Jaime Patricio Donato Avendaño, quien fue inmediatamente detenido.

 

Jaime Patricio Donato Avendaño


Al rato, en momentos en que ingresaba al domicilio de Juan Becerra, fue detenido por los agentes de la DINA Uldarico Donaire Cortez. Ahí permanecieron hasta cerca de la media noche, cuando fueron trasladados hasta Villa Grimaldi.

 

Uldarico Donaire Cortez

 

El 6 de mayo, como a las 13,30 horas, llegó a la casa de calle Conferencia Elisa del Carmen Escobar Cepeda, quien preguntó por Mario Zamorano. Fue detenida por los agentes de la DINA. A las 14 horas la sacaron del lugar en un taxi.

 



 Elisa del Carmen Escobar Cepeda

 


Estos héroes de la lucha antifascista fueron conducidos a Villa Grimaldi.




CALLE CONFERENCIA (II)

 


 

                                               Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                               Centro de Extensión e Investigación

                                               Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

                               

 


Anochecía el lunes 10 de septiembre de 1973, cuando Mario Zamorano, entonces Secretario de Organización de la Dirección Central,  se dirigió a la sede de Teatinos 416. Allí concurrió a un Pleno del Comité Central. Orlando Millas dio cuenta sobre la dramática situación que se vivía, sosteniendo que el golpe era inminente. Después Zamorano leyó la lista de los dirigentes que al día siguiente viajarían a provincias, para informar de lo visto en el Pleno a los Comités Regionales. La reunión finalizó pasadas las 22 horas.

 

Producido el golpe del 11 de septiembre de 1973, Mario Zamorano -como cientos comunistas- pasó a la clandestinidad.

Recuerda David Canales: “Mario Zamorano pasó a ser encargado de Propaganda, aunque yo lo veía siempre como el dirigente más elevado después de don Víctor (Díaz), pues tenía dotes de gran organizador y el mayor dominio de la línea política. Manejó desde el comienzo, en conjunto con Rafael Cortez, la cuestión de la Seguridad y la relación con el exterior, de modo que a mí me era muy cómodo trabajar con él”. (David Canales Úbeda: Entrevista efectuada en 2015, en “Operación Exterminio” de Carmen Hertz, Apolonia Ramírez y Manuel Salazar, página 99)

 

Hacia fines de diciembre de 1975, Mario Zamorano reemplazó como encargado de Organización al compañero Américo Zorrilla, cuando éste fue enviado al exterior.

Mario Zamorano se destacó en el difícil, lento  y arriesgado trabajo de reconstituir los vínculos entre los organismos de dirección  y bases. Por otra parte, existen numerosos testimonios sobre cómo ordenó, a nombre de la dirección clandestina, asilarse a cuadros dirigentes, como por ejemplo Orlando Millas, Eliana Araníbar y Manuel Cantero. Este último se asiló en la embajada de Honduras tras recibir un enérgico recado de la dirección. 

Mario Zamorano había conocido a Juan Becerra a comienzos de los años sesenta y se hicieron muy amigos. En 1974 Mario le pidió la usar la casa que Becerra tenía en calle Conferencia 1587, en el sector sur poniente de la comuna de  Santiago, para realizar reuniones cada dos o tres meses.

Mario visitaba también con frecuencia el hogar de la madre de su amigo, ubicada en la calle Alejandro del Fierro 5113, en Quinta Normal.

 

BUSCANDO A MARIO ZAMORANO 

A comienzos de 1976 la DINA montó un operativo  dirigido contra la Dirección del Partido Comunista.

Este se inició el día 29 de abril de 1976. Cerca de las 20 horas, agentes de la dictadura detuvieron en San Pablo con Las Rejas a María Teresa Zúñiga. Ella era cuñada de Juan Becerra y trabajaba en la fábrica de carteras que éste tenía en calle Conferencia 1587. Fue golpeada y la subieron a la fuerza a un  automóvil. Los agentes le señalaron que eran de la DINA y que querían saber el paradero de Mario Zamorano Donoso. Ella respondió que no lo conocía. Entonces los agentes la torturaron.

 

MONTANDO LA “RATONERA” 

Los agentes llevaron a María Teresa Zúñiga en un auto y se estacionaron a una cuadra de la casa de Conferencia 1587. Desde allí observaban a todos quienes entraban o salían del domicilio, ordenándole que identificara a todo aquel que llegara al lugar. 

Cerca de la 13 hora del 3 de mayo, llegaron otros dos vehículos en los que venían custodiados por agentes, Juan Becerra, su esposa, María Angélica Gutiérrez y su prima Eliana Vidal, los hicieron descender e ingresar al inmueble. Igual cosa obligaron hacer a María Teresa Zúñiga, la que una vez adentro se acostó ya que se sentía muy mal.  

En la casa se quedaron cinco agentes de brigada Purén de la DINA. Todos armados de metralletas. Ordenaron a los detenidos hacer una vida normal, pero no los dejaban salir del hogar. Incluso las compras las hacían los agentes de la DINA, quienes cambiaban de guardia todos los días. 

Todo estaba listo. Faltaba sólo esperar…



A 48 AÑOS DE CALLE CONFERENCIA (I)

 


 

                                                         Iván Ljubetic Vargas, historiador del

                                                         Centro de Extensión e Investigación

                                                          Luis Emilio Recabarren, CEILER

 

 

 

 


 

               

 

LA  PRIMERA DIRECCIÓN CLANDESTINA 

Inmediatamente producido el golpe comienza a funcionar la primera dirección clandestina comunista. La encabeza Víctor Díaz López, que ha ocupado hasta el 11 de septiembre el cargo de Subsecretario General del PC; como una especie de Subsecretario general asume Mario Zamorano; Américo Zorrilla, como Organización; Uldarico Donaire (“Rafael Cortés”), como Encargado de Control y Cuadros; Víctor Cantero, finanzas; Jorge Muñoz, trabajo con profesionales e intelectuales; Inés Cornejo, Femenina;  Jorge Insunza; José Weibel, Encargado de las Juventudes Comunistas.

Funciona durante dos años y medio. Durante este lapso tiene modificaciones.

Américo Zorrilla, debe abandonar el país, por razones de seguridad; se incorporan por algún tiempo Víctor Galleguillos y Pedro Henríquez. También lo hace Juan Carlos Arriagada, cuando asume como Encargado de las Juventudes Comunistas.

 

EL PC EN LA MIRA DE LA DICTADURA

Hacia 1975 las acciones públicas y clandestinas antifascistas adquieren notorio incremento. Ello preocupa a la dictadura. Sus órganos secretos detectan que en ellos hay una influencia muy grande del PC. Entonces deciden lanzar una violenta ofensiva terrorista contra los comunistas. Se crea un organismo especialmente dedicado a destruir  físicamente sus dirigentes y militantes más destacados. Es el Comando Conjunto. 1976 es un año en que el Partido Comunista recibe todo el peso de la represión fascista.

Según el Informe Rettig, el Comando Conjunto es “una agrupación de inteligencia que operó aproximadamente entre fines de 1975 y el término de del año 1976, y cuyo objetivo principal fue la represión al Partido Comunista. Durante este período se ha comprobado que fue responsable de la desaparición forzada de cerca de 30 personas... El Comando Conjunto no tuvo una formalización institucional. Funcionó simplemente de hecho. Estaba formado principalmente por agentes pertenecientes a la Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea (DIFA) y contó más tarde con una participación importante de efectivos de la Dirección de Inteligencia de Carabineros (DICAR). Contó también  en menor  medida con la participación de agentes del Servicio de Inteligencia Naval (SIN)  y con algunos efectivos de la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE). Además colaboraron con ese Comando miembros de la Policía de Investigaciones de Chile  y civiles provenientes de grupos nacionalistas o de extrema derecha”[1] Según afirman Ascanio Caballo, Manuel Salazar, Oscar Sepúlveda en su obra  “La Historia Oculta del Régimen Militar” El Comando Conjunto “lo dirigía un comandante  de la Fuerza Aérea: Edgar Ceballos Torres. Su jefe operativo era un civil incorporado a la FACH, Roberto Fuentes Morrinson (El Wally)”. 

En una nota se agregan: “El juez Cerda comprobó en 1985 que un grupo de 47 personas se habían asociado ilícitamente para operar contra miembros del Partido Comunista”

 

SIGNOS QUE PRESAGIAN LA TRAGEDIA

En 1975 son detenidos Miguel Estay Reyno, René Basoa. Un año antes, el 5 de  agosto de 1974, ha caído en manos de la tiranía Carol Flores. Los tres militantes del Partido relacionados con tareas de inteligencia y el trabajo de autodefensa. Son ferozmente torturados. No resisten. Terminan por convertirse en agentes de los servicios de inteligencia vinculados a la Fuerza Aérea. Ello les permite dar duros golpes a la dirección clandestina de las Juventudes Comunistas y a las estructuras regionales del Partido en 1975.

Las olas de detenciones iniciadas en 1974 con la detención de Jorge Montes, aumenta en 1975 con la colaboración de los delatores y termina por aplastar a dos  direcciones del Partido en 1976.

Según afirma Rolando Álvarez, “La represión del Comité Regional Sur constituye una de las páginas más violentas del historial represivo de la dictadura de Pinochet”.[2]

Muchos dirigentes comunistas son detenidos y bárbaramente torturados. El saldo es terrible: muchos mueren, otros se alejan del Partido por miedo o por remordimientos. Hay quienes resisten y vuelven a la lucha clandestina. Entre ellos están Luis Ramos y Armando Mena.

  



[1] “Informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación”. “La Nación”, martes 5 de marzo de 1991, página 102

[2] Rolando Álvarez, obra citada, página 126



Principios.

 


 

Comentario radial y escrito. 

 

 

 


Mi formación intelectual, mejor dicho, las didácticas para razonar, reflexionar, me los dio el clero franciscano y el barnabita. 

Esta formación me hizo crítico y autocritico, curioso, terco.  

Ellos me dieron cobijo y aprendizaje.  

Sin su asomo a mi vida, yo, como decía mi abuelita: “No habría tenido ni principio ni fin”  

Mi relación con ellos, mis respetos y cariños mutuos, sus enseñanzas, su paciencia por mis interrogantes, me empujan agradecido a nominar la conciencia de clase del proletariado en:

 

“AY, DIOS MIO DE LOS COLORAOS.” 

Conciencia de clase; que búsqueda y práctica, que cuestión más complicada, tan de dolores y tan de inteligentes esperanzas. 

Digo práctica y búsqueda, por que caminar por y con ella duele, y, el caminar y vivirla, no es como chaqueta o calzón que te puedes cambiar a tu antojo o conveniencia.

 

Saber de pobreza no significa ser un diplomado de clase. 

Es para mí, muy difícil tragar sin atorarme, el saber de algunos que abandonan la hoz y martillo. 

Las experiencias de aquellos, aquellas, sus vivires, sus saberes, no fueron suficientes para entender el misterio del hambre. 

Una pena. no sé, si las correlaciones de fuerza salen favorecidas. 

Ser parte en la construcción de una casa nueva, con un habitante nuevo dentro, no tiene calendarios, tiene más funerales.

 

La lucha de clases es cruenta. 

Yo vivo mi militancia, buscando material para su construcción, lo de “hombre nuevo”, me lo invento. Mientras tanto, desalojo océanos, lo pellizco y lo aliño.  

Mi partido, me tiene loco de amor. 

Esa locura de ser comunista es el resultado de una reflexión enorme, de entender, de sentir, de saber que hay que cambiar de cuajo un sistema criminal, que para existir ha necesitado y necesita a una inmensa mayoría desposeída de todo, con una vida infame, con una vida de mierda.  

Y no solo él o ella, sino todo lo que se asome o que se entierre, en el planeta. 

Es una verdad muy re triste. 

Me atrevo a decir que, a medida que nos íbamos enderezando, 6.000 anos AC, más /menos, comenzamos a vivir en grupo y a cultivar la tierra.  

Al ajo, le hacíamos chupete.  

Las habilidades de algunos hicieron más fácil el llevadero de la vida. En algun momento de los miedos, estas habilidades se transformaron en jerarquías, esas jerarquías dieron privilegios y esos privilegios, más tarde, otorgaron autoridad plena. 

Para conservar ese estado autoritario, de líder o patriarca, que otrogaba privilegios excepcionales, se hacía necesario que las descendencias continuaran teniendo y desarrollando habilidades.  

Como las matemáticas, la biología y la química no se comportan “como medio pollo”, algunos descendientes no le daban a ni una.  

En otras familias que vivían más abajo del almendro; nacieron hombres y mujeres tan hábiles y empeñosos como los que poseían los vecinos de arriba. 

La competencia animal es de selva.  

Esta realidad, obligo a que se asomara la espada, la traición, la mentira y la muerte. 

Y esto que digo, es de una arrancadera de hambre y codicia que no tiene nombre. 

Se asomaron los hijos del rayo, hasta el Trauco apareció.  

Se asomaron los representantes de dioses en la tierra, creencias que han dejado a los pueblos sin casa ni funeral; todavía se asoman animas con sus espaldas acequiadas por el látigo o por el cilicio.  

Se de almas en fuego, aterradas muriendo.  

Se de monarquías y cadalsos, de emperadores y reinas. De guillotines y cabezas rodando.  

A regocijo no sé de qué, en Europa aún existen y veneran monarquías; trayendo hasta hoy, de mano en manos, un capacho, con más de 10.000 calendarios de historia. 

Uno puede creer o querer lo que quiera, pero lo que no puede hacer, es vivir a la pinta, gracias al sudor y hambre del vecino. 

Esto es moral, ética.  

En algún momento del camino, los seres humanos vendimos, traicionamos, esa minúscula neurona por donde se fragua la dignidad, el respeto y la humanidad. 

Poder imaginarse las vivencias de los habitantes del planeta, significa que tu cerebro, tu inteligencia, tu pensar, tu desarrollo con tantos años de “capacheos”, obligadamente te tiene que decir, que el vivir como vivimos es un crimen de lesa humanidad. 

Y eso no lo dice las Naciones Unidas, lo estrangula el “sentido común” 

Miren como corre la muerte por África, por Eurasia, por Europa, por tu América, la de arriba y la de abajo, por el caribe. 

Escuchen el llanto incrédulo de palestina. 

Si podemos discernir: ¿Porque no se ha parado este patotero genocidio? 

Saben ustedes que la colonización de los ingleses, arraso con los aborígenes de Estados Unidos, de Australia y de Nueva Zelanda. 

A cada uno de nosotros, nos toca un jirón de la vergüenza. 

Para no morir, urge decir BASTA.  

Cincelar un compromiso, un acuerdo, entender el bagayo que se debe tener y llevar, y, desarrollar, es darle la permanencia hermosa a los habitantes y a los elementos que suavizan, como los meniscos, el caminar planetario. 

Pero no.   

Muy priscos hablamos de democracia, de soberanía, de bienestar, de pilastras y de venganza. 

Por este dolor que siento, asomo la conciencia de clase.  

Una cuestión muy complicada, dialéctica, inteligente, que va insinuando los caminos al horizonte. 

Sin entender o no querer entender el porqué de la lucha de clase, de su conciencia de clase, el no participar en ella, te tendrá siempre amansado y ocupando terrenos para levantar techos de cartón. 

Vivimos en estructuras que se han ido por más de 20.000 anos desarrollando, de acuerdo, con la maduración intelectual de civilizaciones creadas. 

Por mantener esta estructura de dominio, nos han matado millones de veces. 

Por ende, me declaro, imposibilitado, aceptar el anticomunismo, el fascismo. 

Por alguna razón, el enemigo acérrimo del capitalismo es el comunismo. 

Le tienen un miedo cerval. Y hoy, por hoy, más que ayer. 

El fascismo, es solo, un perro de presa del capital. 

El imperialismo, expresado en el neoliberalismo, agarrota sus privilegios a costa de matar, de desorientar la inteligencia por todo el mundo.  

La delincuencia, hijastro de la pobreza, está invadiendo no solo a mi paisito, sino al mundo entero. 

Se trata de dificultar cualquier avance social; La mentira, la falsedad es una peste, y, está tan disfrazada, mentida y criminal, que, capaz, salga un “alumbrado” y proponga a la OTAN como guardián de la seguridad de los pueblos de Europa. 

Creen, como lo han creído siempre, que el caos desatado desgasta a las fuerzas progresistas, a su mentalidad diferente, solidaria y abandonan la dignidad en el vivir, dejando a los comunistas más solos “que pan que no se vende.” 

El caos proclamado con parafina gritado por los medios de comunicación o el no comunicar los avances maravillosos en China, les ayuda a aliviar o retrasar su agonía. 

Gustosos hablan de la situación de la heroica Cuba, pero, no cuentan el porqué de su vivir en sus 71 anos de resistencia, ante el bloqueo criminal y artero, mentiroso, de los Estados Unidos de Norte América. 

Los comunistas chilenos, sus adherentes, sus dirigentes desean que su geografía sea un país socialista. 

Este junio que viene, se cumplirán 112 anos de una cesante y ascendente lucha contra el capital, contra la injusticia social. 

Se sabe, que nos llevan más de 10.000 anos de ventaja, pero nos temen igual. 

La hemos pasado mal, es cierto, pero jamás vencidos. 

Nuestro hacer, como dijera Neruda “es una posibilidad de la alegría”  

Esto nos ensena que nuestra orgánica tiene que ser más ágil y segura que nunca. 

Si mal no recuerdo, esta es la cuarta vez que ayudamos con todo, a vestir las esperanzas de un gobierno y de su pueblo. Y nos ponemos al servicio del pueblo.  

No estamos en condiciones de fuerza, para hacer lo que nos gustaría hacer. Las estructuras se derrumban con otras estructuras, si nos ponemos tercos, pisamos callos... 

Y no se trata de pisar callos. Se trata de estar revuelto con el pueblo, hacerle ver que son ellos los únicos llamados a construir poder popular, una democracia tan grande, que resuelva la forma y distancia del pueblo, ante los medios de producción. 

Y que esos medios, al menos los estratégicos, deben tener una orgánica estatal. Una orgánica que haga posible una elaboración integra del cualquier producto. 

Les cuento una reflexión que me ha tenido siempre guitarra en ristre. 

Yo nací en un mineral de pertenencia gringa. La Andes Mining Copper Company. 

Frente a mi casa, veía los lingotes de cobre y unas mil cuestiones más, que estaban prisioneras dentro de ellos. 

No sabíamos, no podíamos limpiar lentejas. 

De esa forma, sin valor agregado, vendíamos el alma. 

Por eso la nacionalización del cobre y de la Reforma agraria en el gobierno de Salvador Allende. 

Lo que se logró en décadas pasadas, el fascismo las trunco y las estructuro otra vez, a su servicio.  

La ley de pesca, por ejemplo. 

Yo soy un comunista viejo, mañoso, un triste en carcajada, ¡entiendo los recovecos de nuestra orgánica. 

¡La unidad de acción es esencial!  

De allí, la comprensión de su programa y objetivos, de sus estatutos se hace menester parir, cuidar, estudiar, alimentar, la conciencia de clase, cuestión que es individual, que nos puede llevar a tener “el punto de apoyo que pedía Arquímedes.” 

Yo tengo un chaleco antibalas, me lo dio Pedro Lemebel :

“Por favor, no cambien mi partido”

 

Alejandro Fischer Alquinta. 

20240505.